En lo que va de este año, más de 50 niños han muerto por desnutrición en La Guajira

La preocupante cifra de este año que ya supera en más de 13 casos al 2015 ha encendido las alarmas de las autoridades departamentales, nacionales e internacionales. Aunque la situación sigue siendo particularmente grave, las autoridades también resaltan que han ayudado a más de mil menores a recuperarse.

El gobernador encargado, ante la destitución de Oneida Pinto, Jorge Enrique Vélez también coincide con las autoridades, al afirmar que las muertas son de lamentar, pero que se está trabajando en contra de ello y el esfuerzo debe ser valorado.

Sin embargo, el problema sigue siendo superior a las intervenciones que se están realizando debido a que son muchas las comunidades y niños que se encuentran en riesgo, ante una adversidad que requiere una intervención multisectorial, por lo que no se pueden descargar todas las responsabilidades en un solo sector. Stevenson Mariunda, secretario de salud departamental, indica entonces que no puede culparse al sector salud, ya que el problema de hambre que vive el departamento no es una enfermedad: “La enfermedad es cuando ingresa al sistema de salud una persona a morirse de hambre y esto debe ser prevenido en otros sectores. Es problema de la economía, de la política, de la equidad, pero el sector salud no puede ser responsable porque no hay vacuna para el hambre”.

Más de 1200 menores se encuentran diagnosticados con desnutrición

Según la pediatra Ileana Curiel, miembro de la Sociedad Colombiana de Pediatría, seccional La Guajira, en el departamento hay más de 1200 menores con diagnóstico de desnutrición aguda, moderada o severa.

La Guajira, que lleva el deshonroso puesto número uno en cuanto a desnutrición en la costa atlántica y el segundo después del Vaupés en el país, se encuentra sumida en las falencias de presupuesto,desinversión y miseria, heredadas de las administraciones salpicadas de corrupción busca disminuir las tasas de desnutrición en un medio político tenso y caldeado por una asamblea departamental fuertemente influenciada por Kiko Gómez y Oneida Pinto, que difícilmente dejará gobernar a un gobernador electo de otra corriente política, tal cual como lo necesita el departamento.